TRANSICIÓN AL 2021

Qué mas decir del 2020 que ya no se haya dicho o comentado, si todos hemos estado involucrados de una u otra manera o intensidad en situaciones impensadas para las que no nos habíamos preparado.

Al inicio de la crisis sanitaria, mencionamos que era preciso salir de esta diferente a como entramos. Me refería a mejor y regenerado como persona, empresario, profesional, servidor público o cualquier rol que tengamos.

No se sabe si saldremos pronto de la pandemia, más allá de la luz al final del túnel al saber que hay vacunas que se están distribuyendo y aplicándose en algunos países con ciertas prioridades lógicas y algunas dudas aún pendientes.

Sin embargo, un nuevo año siempre invita a reflexionar de lo aprendido en el año que termina y definir, si se quiere, algunos propósitos para una recuperación sostenible en el siguiente para cumplir la promesa de regeneración.

De lo aprendido, tal vez lo principal es darse cuenta de “lo posible de lo imposible”. Esto causó dolor, pánico, y cambió la forma en que trabajamos y vemos los riesgos.

Si lo inesperado te afecta más, y será parte de cualquier “nueva no normalidad”, es preciso reconocer lo crítico de los liderazgos y decisiones tempranas cuando se gestiona en el caos.


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“Resiliencia” es tal vez la palabra que más se ha popularizado y la capacidad más valorizada a nivel personal y de organizaciones. La otra es “corresponsabilidad”, entendiendo que todo está conectado, y tu actitud puede influenciar situaciones más de lo que imaginas.

Lo siguiente sería “valorar lo básico”, olvidarse que algunas cosas vitales son normales e invulnerables, y darles valor. Disfrutar y cuidar estas cosas de manera consciente es practicar la virtud de la “gratitud”. Por la salud, la libertad, etc.

En esta experiencia, fue importante mantener la “esperanza” intacta, con fe y disciplina. Y eso es lo que más espero del 2021. ¡Que venga cargado de esperanza, optimismo, salud!

Esto puede darse por nuestras propias decisiones y propósitos. Me refiero a un consenso sobre la relevancia del 2021 no solo por el fin de la pandemia, sino por ser el año en que decidiremos el futuro de todos a través de los procesos electorales que pueden cambiar nuestras vidas.

Es un buen momento para practicar la colaboración extrema. Sin conocernos todos, coincidir la mayoría en tres puntos. Uno: La decisión que tomaremos es radicalmente importante, por lo tanto no cabe la indiferencia. Dos: No escogemos entre derecha o izquierda, sino entre un cambio positivo acelerado o el de un retroceso al fracaso. Tres: Desechar las premisas que los más capaces no ganan elecciones, y no importa la corrupción con tal que me toque algo.

Es necesario acertar y darnos la oportunidad de un “reinicio” con quienes pueden hacerlo mejor. Sería una transición hacia mejores tiempos.

Un artículo de GestiônSustentable

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