Ultimo fin de semana del verano. Estaba en Con Con, playa a unos 7 kilómetros de Viña, en un hotel al pie del mar.  Después de asistir al festival de Viña, donde por suerte Arjona adelantó dos horas su concierto, ya a las 3:15 estaba casi dormido.

3:34. Un temblor se fue convirtiendo en algo terrible, en pocos segundos todo era un estruendo pavoroso. El edificio temblaba dejando caer todo que no soportaba su intensidad de 8.8 grados. Salimos del cuarto a buscar a los hijos. Vidrios y adornos caían al suelo por un vaivén más fuerte que una barca en plena tormenta.
3:36. Seguía moviéndose la tierra y el edificio seguía en pie. Mareos, gritos, alarmas, llantos. La luna llena era una observadora impávida.
3:40. Todo el hotel en el lobby. Personas tranquilizando a otras. Desesperados queriendo salir corriendo. Los conserjes recomendando que era mejor quedarse para evitar accidentes por postes de luz que pueden caer.
4:15. Miedo de tsunami. La marea estaba bajando. Algunos corrieron afuera. Otros nos quedamos por noticias de la Armada que no había riesgo de olas gigantes en el sector.

6:00. Nadie durmió hasta ahora, cuando la situación estaba tranquila después de 3 réplicas. No había celulares, peor Internet. El hotel era el único lugar con luz.
8:00. Desayuno rápido y salida anticipada a Santiago. Decían que era mejor quedarse ya que la entrada a la ciudad estaba colapsada. De todas maneras viajamos. Fuimos testigo de un rápido arreglo de la autopista, con advertencias en los tres túneles desde Viña a Santiago.

A la entrada, tres puentes a desnivel estaban rajados, con cuidado pudimos pasar sin mayores problemas. Manchas de neumáticos dejaban huellas de accidentes de carros que habían pasado en la madrugada. Un humo extraño, peor que el normal smoke de la ciudad, reinaba en toda la urbe. Luego supimos que había sido un incendio de dos fábricas cercanas. La sensación era de desolación.
11h00. Compramos gasolina. Las colas fueron enormes dos horas después. También en los micro-mercados. Luego llegamos a casa. Afortunadamente nada serio que lamentar.
Domingo 18h00. Se reestablece la energía en casa. Luego los celulares y el Internet, aunque intermitentes. El mundo sabía más que nosotros.
72 horas después. 725 fallecidos. Aún muchos desaparecidos. La Armada reconoció falla en las alarmas de tsunami. En las regiones del epicentro (Bio Bio y Maule) solo 30% de las antenas de celulares operan, 35% de cajeros automáticos sin dinero o dañados, 80% de la población sin agua ni luz. Un primo llama desde Ecuador, pregunta como estamos. Me dice que escuchó que los tsunamis habían matado más gente que el mismo terremoto. Yo todavía no había pensado en eso. Casos escalofriantes de amigos lo confirmaron.

Para la economía, el costo de 30 mil millones de dólares no parece exagerado, ni los pagos de seguros calculados en 2.500 millones. Los saqueos en Concepción recordaron a Haití y reflejan lo difícil que fue para el gobierno reaccionar, pero también reveló un esquema social de desigualdad que el exitoso modelo económico chileno no había solucionado. Para el nuevo gobierno, el desafío será reconstruir el país.

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