Existe una tendencia de mayor conexión entre las empresas y el mundo social, desde negocios orientados a segmentos más vulnerables, hasta iniciativas para la inclusión y el mejor entendimiento de la diversidad social, convirtiendo a los modelos de negocios colaborativos y solidarios en una potente fuente de innovación.

Ya en los inicios de los años 2000, el hecho de que casi dos tercios de la población mundial vivía con menos de 4 dólares al día, llamó la atención a los profesores Prahalad y Hart, quienes desarrollaron una teoría y práctica de negocios que fue evolucionando y promoviendo oportunidades de diversificación rentables para empresas grandes, medianas o nuevas que encontraron la forma de innovar y vencer las restricciones para llegar a estas comunidades.

En los últimos años, plataformas tecnológicas como Uber han podido incorporar decenas de miles de personas desocupadas a una cadena de movilización, o Starbucks que apoya a muchos pequeños productores cafeteros convirtiéndolos en proveedores ecoeficientes.

Las Empresas B son otro caso al definirse como empresas con propósito. Es decir, empresas que formalmente en sus estatutos se comprometen no solamente con solucionar una necesidad a cambio de un retorno económico, sino que además se comprometen a generar un cambio positivo en los mercados y comunidades en que participan. Poco a poco, han ido creciendo generando una nueva ola de empresas con sentido social estableciendo una forma distinta de hacer negocios.

Además, es de resaltar una iniciativa de empresarios chilenos que reconociendo la poca capacidad del empresariado de conectarse fuera de su zona de confort, e incluso aceptar la diversidad, desarrollaron una metodología para generar una “cultura del encuentro entre pares improbables”.

Es decir, promover eventos de conversación bien estructurados, para tocar las fibras emocionales de personas diversas, que al sentarse a conversar con interlocutores que nunca tendrían la posibilidad de encontrar en su cotidianidad, puedan descubrir que el mundo tiene distintas formas de visualizarse, que las verdades propias no siempre son las correctas, y encontrar oportunidades de acción.

El denominador común de estos ejemplos es un nuevo paradigma de conexión entre empresas y sociedad, basado en el entendimiento y colaboración constructiva de soluciones;

donde el mayor desafío para que esto funcione, es la capacidad de empresarios, tradicionales o jóvenes, y otros actores, a entender mejor la diversidad en las relaciones y adaptarse a otros puntos de vista.

Innovar en inclusión es una forma de aumentar la cohesión social, crear oportunidades para sectores descartados o vulnerables, mejorar la comprensión de la realidad, perder el miedo a relacionarse con otros, construir confianza y un mejor país.

Artículo publicado en diario El Comercio de Ecuador.

 

3 Comments

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