ÉXODO SIGLO XXI
Migraciones masivas involuntarias en búsqueda desesperada de un lugar para vivir parecen increíbles en este siglo, pero el caso de Siria y Venezuela son tristes pruebas. El tema genera desde sentimientos de solidaridad hasta nacionalismo extremo, por los impactos que provoca.
Los países receptores pueden no estar preparados económica, social ni culturalmente para insertar inmensas cantidades de personas que buscan establecerse, conseguir trabajo y una nueva vida, siendo una tarea compleja para autoridades y ciudadanos que temen por los costos y riesgos de menos trabajos y mayor inseguridad pública.
En el caso de Venezuela, las economías vecinas ya tienen suficientes problemas para generar empleo para sus residentes, por lo que las migraciones masivas empeoran la situación, generando distorsiones de salarios y ampliando la informalidad. Por otro lado, unas minorías provocan problemas de inseguridad por lo que son culpados injustamente todos los migrantes, generando reacciones violentas como lo sucedido en Roraima, Brasil.
Si los gobiernos que causan el éxodo no acuden a la ayuda humanitaria internacional por razones perversas, los países con escasos recursos que reciben a estas personas deberían hacerlo por ofrecer dignidad.
Chile, país distante y mejor preparado, en cuatro años los extranjeros se han duplicado, llegando a casi 1.2 millones de personas, principalmente por migrantes de Haití y Venezuela. Llegaron a entrar por día 400 haitianos y a la fecha han entrado casi 200.000 venezolanos.
El gobierno actualizó la ley protegiendo los derechos de migrantes, agilizando procesos y opciones para niños y adolescentes, pero endureciendo políticas de entrega de visas exigiendo récord policial y el respeto a leyes locales. Aún así ha existido tensión por temas culturales, pero también se han generado oportunidades para el sector de renta inmobiliaria, han proliferado pequeños negocios, mejorado el servicio de restaurantes y otras actividades de alto uso de mano de obra.
En Argentina se han implementado políticas con ayuda de tecnología digital para identificar y formalizar extranjeros en diversos lugares. Cada extranjero debe pagar como 100 dólares para formalizar su situación, y deben adaptarse a las leyes locales o son deportados.
Un análisis del éxodo de venezolanos, que viajan con poco dinero y amparo, concluye que la ayuda humanitaria es crítica en transporte (incluso a otra frontera), albergue, alimentación, cuidado médico, orientación y apoyo psicológico, mientras se los ayuda a insertarse laboralmente según los sectores de mayor necesidad del país receptor.
Estos costos los gobiernos pueden enfrentarlos con aliados del sector social que poseen redes y experiencia. De esta forma, el éxodo puede ser una oportunidad inclusiva, y no un lastre.
Artículo publicado en diario El Comercio de Ecuador.
Roberto
Referente en gobernanza empresarial e infraestructura público-privada. Presidente de Succexion. Firma pionera en el enfoque de gobernanza a través del ciclo de vida de la empresa. Ha sido Chairman y CEO de Masisa, Amanco y Nueva Holding, y VP ejecutivo de Conslrcio Nobis. Profesor, columnista y Secretario de Inversiones P P del gobierno del Ecuador. MBA ESADE-Adolfo Ibáñez. Programas en Wharton, Kellog y Harvard Kennedy School. Economista de la Universidad Católica de Guayaquil.
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