Hay razones para estar más optimistas en México respecto a su futuro económico. Pero, de que depende para no volvernos a decepcionar?

El tono de la pregunta se sustenta en que en el pasado, normalmente buenos inicios han terminado en frustraciones. Recordemos el gran impulso que tuvo la economía en los años de la presidencia de Carlos Salinas que terminó muy mal con el famoso “tequilazo” de inicios del 95. Luego la gran expectativa que despertó al comienzo el gobierno del presidente Vicente Fox, luego enfriado por la falta de implementación de las reformas prometidas.

Está demostrado que el desafío del crecimiento solo se supera cuando este logra dos cosas importantes: Que sea sostenible en el tiempo, y por otro lado, que promueva reducción de pobreza y desigualdad. En este sentido, Brasil creó grandes expectativas por la impresionante reducción de pobreza en el periodo 2005 al 2011, sin embargo, el crecimiento no pudo sostenerse en el tiempo por llegar muy rápido a su potencial máximo, saturándose el mercado laboral y la oferta de insumos, rompiendo las metas de inflación y agotar la capacidad de endeudamiento de las familias.

A diferencia de Brasil, México no ha basado su modelo casi exclusivamente en las exportaciones de materias primas a China, y a altas tasas de interés que promueven la inversión especulativa. Su sector exportador, si bien sigue dependiendo en alto grado de la economía norteamericana, es competitivo y productivo, además de ser un país mas abierto a la inversión extranjera real, con políticas monetarias y fiscales prudentes. Su nivel de inflación es mas bajo, igual las tasas de interés, lo que promueve inversión y mayores créditos a una clase media en crecimiento.
Por otro lado, la estrategia de comercio exterior mexicano ha sido acertada, siendo miembro de la APEC y a la Alianza del Pacifico, tiene acceso asegurado a un mayor potencial que otros países confiados al Mercosur o a organizaciones como la Alba.

Lo anterior brinda condiciones favorables para el crecimiento mexicano, pero su sostenibilidad depende de la capacidad política del gobierno de implementar las reformas necesarias para aumentar su potencial de crecimiento. Las principales reformas están en lo educativo, energía, laboral, fiscal y político. Desafíos muy grandes, pero necesarios.

Los primeros avances en la reforma educacional contienen importantes señales optimistas, empezando por enfrentar la corrupción de los sindicatos de profesores, sin embargo, hay que incorporar serios cambios estructurales a la mejora en calidad y cantidad de la educación primaria, técnica y superior.

Como es conocido, hay importantes desafíos también en la seguridad interna vinculados con el narcotráfico, lo que estresará la agenda política del país, demostrando que el éxito para consolidar la hora de México no es tarea fácil, pero es posible, sobre todo si se confirma un excepcional liderazgo y especial capacidad de lograr consensos.

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