La discusión estaba diseñada para que empresarios y ejecutivos de empresas multilatinas, o compañías latinoamericanas que tienen operaciones (no solo exportaciones) en diferentes países, intercambien experiencias de los procesos de internacionalización de sus empresas, y el rol de las instituciones y marcos regulatorios. El lugar: Panamá.

Todos coincidíamos en la relevancia de la calidad de las instituciones y regulaciones en las decisiones de expansión  de una empresa,  reconociendo la diversidad de madurez y eficacia en los distintos países. De hecho, la inestabilidad  reflejada en continuos cambios regulatorios y falta de institucionalidad, afecta negativamente.

Cuando las empresas deciden salir de su país y establecer operaciones productivas y comerciales en el extranjero, enfrentan el desafío de adaptarse a culturas institucionales, sociales y marcos legales totalmente nuevos, teniendo que acoplarse de forma eficiente y convertirse en multiculturales y multinacionales confiables.

Contar con aliados y asesores de diversas índoles, es un apoyo valioso, sin embargo, esto es secundario a la realización previa de una profunda “debida diligencia”, o estudios de evaluación en profundidad, de los temas relevantes que pueden afectar los resultados de corto, mediano y largo plazo. En este proceso, los temas regulatorios e institucionales son de igual importancia que los asuntos comerciales.

Lo anterior es más relevante en países con sistemas regulatorios complejos, lo que se ve más comúnmente en lo fiscal y laboral, como en Brasil. Cuando las empresas extranjeras no dominan estas telarañas, los competidores locales, con mucha experiencia y flexibilidad, sostienen ventajas competitivas importantes.

Tan importante como las regulaciones locales son los estándares globales en la normalización de productos y en la solución de conflictos. Además, las normas e instituciones que regulan y resuelven los conflictos sociales (impactos a comunidades), ambientales y comerciales, requieren actualizarse a una economía más global, sensible y veloz; y las empresas están obligadas a aplicarlas e incluso influenciarlas adecuadamente a través de sus gremios.

Se estableció la importancia de la auto-regulación de las empresas cuando las oficiales del país no son efectivas. Así, la calidad y prudencia de los llamados códigos de gobierno corporativo de las empresas es vital para evitar caer en las telarañas de la corrupción, prácticas indeseables por incentivos errados, o alianzas no exitosas.

Por último, quedó claro que las instituciones definen la eficiencia de los marcos normativos, y los funcionarios, sobre todo los niveles de liderazgo, determinan la eficacia de las instituciones y la atractividad de su mercado para empresas globales o multilatinas. Por eso, son las intenciones y competencia de los líderes lo que marca la diferencia. Y esta conclusión, aplica tanto a los países como a las empresas.

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