Del carbono a los mercados ecosistémicos: la hora de la integridad climática

Por Roberto Salas G

El combate al cambio climático está entrando en una nueva etapa: de las toneladas de CO₂ a los ecosistemas vivos. El futuro de la acción climática se medirá en integridad, no en promesas.

De esta manera, la integridad climática se está convirtiendo en el nuevo lenguaje común del combate al cambio climático. Ya no basta con medir toneladas de carbono evitadas o compensadas; se exige saber si esas toneladas son reales, duraderas y beneficiosas también para los ecosistemas y las personas.

La integridad climática se refiere a la calidad y transparencia de la información y la gobernanza en torno al cambio climático.
En junio de 2025, la Iniciativa Global para la Integridad de la Información sobre el Cambio Climático lanzó su Primera Convocatoria de Alianzas a través de la UNESCO.

Desde el Acuerdo de París de 2015, el entusiasmo por “salvar el planeta” se tradujo en un auge de créditos de carbono. Surgieron miles de proyectos de eficiencia energética y agroforestales, certificaciones, auditores y hasta nuevos “mercados verdes”. Pero como suele ocurrir con las iniciativas jóvenes, la emoción superó a la ciencia. En 2021, los precios del carbono voluntario tocaban los 15 dólares por tonelada; dos años después cayeron a menos de la mitad. ¿Por qué? Porque muchos proyectos no resistieron el escrutinio: no eran adicionales, no eran verificables, o simplemente no duraron.

El carbono no se puede transar como una promesa sin respaldo. Y ahí nació el debate sobre integridad climática, una idea simple pero transformadora: la acción climática debe ser completa, creíble y coherente. No solo mitigar, sino también adaptar y restaurar. No solo plantar árboles, sino mantener ecosistemas vivos, productivos y resilientes.

De esa crisis surgió una oportunidad más amplia con los mercados ecosistémicos, que incluyen no solo el carbono, sino también el agua, la biodiversidad, los suelos fértiles y los ecosistemas costeros. Ya no se trata solo de capturar CO₂, sino de proteger los sistemas naturales que regulan el clima y sostienen la vida.

El nuevo lenguaje de la sostenibilidad habla de resiliencia y adaptación climática, y las cifras lo confirman. McKinsey estima que las tecnologías y soluciones necesarias, ya sea infraestructura verde, manejo del agua, agricultura adaptativa; podrían movilizar inversiones de hasta un trillón de dólares hasta 2030. Eso incluye desde manglares que protegen costas hasta humedales que almacenan agua para ciudades. Si bien la cifra puede ser optimista de no consolidarse los incentivos económicos necesarios, la escalabilidad parece irreversible a largo plazo.

En Ecuador, el Carbon Forum se ha convertido en el espacio donde el diálogo ya no es solo sobre reducir emisiones, sino sobre crear confianza, atraer inversión y generar desarrollo sostenible desde la naturaleza. El país tiene en sus páramos, bosques y manglares una infraestructura natural del más alto valor climático. La cuestión es cómo aprovecharla con integridad y no con marketing.

Ecuador Carbon Forum 2025, en Quito y Guayaquil, fue un espacio para aprender y construir capacidades para potenciar y financiar la transición climática del país.

Los próximos años marcarán el paso de los créditos dudosos a los mercados de alta integridad, donde la trazabilidad digital, la verificación científica, buena gobernanza, y la participación comunitaria serán el nuevo estándar. Quien entienda esta transición podrá liderar una oportunidad de impacto global desde territorios locales.

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