El potencial latente y las decisiones urgentes sobre el Gas del Golfo
Por Roberto Salas G
Ecuador puede tener una nueva joya en el Golfo de Guayaquil donde el Campo Amistad es solo una pequeña punta del iceberg. Considerando toda el área marina con potencial, podría contribuir de forma importante a eliminar el déficit eléctrico, sustituir combustibles caros y contaminantes como el diésel, y reducir la dependencia del petróleo importado.

Petroecuador anunció el reacondicionamiento de pozos en Amistad planeando aumentar la producción de ~19,5 millones de pies cúbicos diarios (MMPCD) a ~24,5 MMPCD en el corto plazo, y después duplicar esa producción sujeto a resultados que puedan obtener. Sin embargo, llegar a producir 60 o 70 MMPCD sería solo el inicio de un proyecto mayor.
Para entender por qué el gas del Golfo no es un simple “bonus”, hay que mirar cómo se mueve el mundo:
• Comparado con combustibles líquidos derivados del petróleo, el gas natural, que proviene directo de los pozos gasíferos y no refinerías, o del gas asociado a pozos petroleros, produce entre 30-50% menos emisiones de CO₂ para la misma energía útil, convirtiéndose ya en Europa como el “combustible puente” en la transición energética.
• Los precios del gas, la estabilidad del suministro, y la infraestructura existente, lo hacen mucho más económico frente a importaciones de combustibles fósiles refinados.
• Sin embargo, con el tiempo los desafíos globales también generarán presión, tales como las metas de carbono neutro hacia 2050, la necesidad de mitigar fugas de metano, los riesgos regulatorios, los costos de capital para infraestructura, y la competencia creciente de fuentes renovables (solar, eólica o baterías).

Ecuador tiene una oportunidad clara, pero limitada en el tiempo y condicionada por decisiones que deben ser resueltas:
• Aunque las reservas aumenten sustancialmente en el tiempo, para explotarlas hace falta invertir en infraestructura, perforar nuevos pozos, instalar plataformas, tender gasoductos, y mejorar procesamiento. Todo eso toma años y mucho dinero. Si no se impulsa adecuadamente la producción podrá crecer, pero por debajo del potencial.
• El gas que se produce en Campo Amistad, alrededor del 1% de lo que produce Perú en el Mega proyecto Camisea, se reparte entre Termogas, Machala y clientes industriales principalmente. Hay competencia, escasez y, en algunos momentos, necesidad de importar gas o recurrir al diésel, mucho más caro y contaminante. Una definición política determinante debe movilizar los esfuerzos y procesos para materializar este potencial.

• El Ecuador no tiene una política ni estrategia de largo plazo actualizada en el sector de los hidrocarburos y solo un plan de proyectos para la generación eléctrica. Una estrategia integrada a largo plazo sobre ambos temas es urgente, así como la elaboración de una Ley de Gas Natural, en un país que solo ha legislado en Petróleo.
• Declarar de interés nacional al proyecto gasífero del Golfo, generando escala suficiente con un “megabloque”, estructurar de manera robusta y técnica el proyecto, con mecanismos de pago confiables. Si eso no sucede, los retrasos, tramitologías, falta de transparencia y de incentivos, harán que el “potencial” sea eterno.
• Aunque el gas es mucho mejor que el diésel o carbón, sigue siendo un combustible fósil, emite CO₂ al quemarse, además de metano si hay fugas.
Las presiones internacionales hacia emisiones netas cero, los mercados de carbono, compromisos climáticos, podrían imponer límites o costos crecientes para los combustibles fósiles, incluso el gas. Si no se cuida esto, lo que hoy es una ventaja se podría volver un pasivo.
• Las energías renovables (solar, eólica), el almacenamiento en baterías, la electrificación directa, el hidrógeno verde, avanzan rápidamente. Unos más que otros. En algunos escenarios, dentro de 20-30 años buena parte de la generación eléctrica ya no dependerá de gas natural. Por lo tanto, el “puente del gas” debe ser sólido y oportuno: “hay que andar con buen ritmo antes de que el puente quede viejo”.
Conclusión: un potencial que exige acción
El gas natural del Golfo de Guayaquil podría ser eterno en potencial, pero no eternamente útil, si no se toman decisiones contundentes en el corto plazo:
• Formalizar un plan estratégico nacional que dé certidumbre a inversionistas sólidos, técnica y financieramente, y elimine el inútil debate entre producción vs importación de gas natural;
• Declarar de “ Interés Nacional” el proyecto gasífero del Golfo;
• Acelerar exploración, perforaciones, mejoras en infraestructura;
• Establecer una Ley para el gas natural para toda su cadena desde la exploración, explotación, importación, almacenamiento y distribución, con normas ambientales robustas (fugas de metano, emisiones, restauración);
• Cambiar patrones de consumo (menos diésel, más generación con gas, eficiencia ambiental);
De esta forma podremos sostener al país por décadas, mitigar apagones, abaratar la tarifa eléctrica, generar empleos, mejorar soberanía energética, aportar a menores subsidios y metas climáticas.
Si seguimos postergando o caminando a un ritmo lento, el potencial se agotará no porque el gas falte, sino porque los costos aumenten, y las regulaciones internacionales se aprieten, y Ecuador estará obligado a seguir comprando diésel caro, importando energía, o peor, perdiendo competitividad.
El gas del Golfo no es un mito, es una de las pocas cartas fuertes que tiene Ecuador ahora. Pero como todo buen comodín, sólo sirve si se juega… y se juega bien.
Roberto
Referente en gobernanza empresarial e infraestructura público-privada. Presidente de Succexion. Firma pionera en el enfoque de gobernanza a través del ciclo de vida de la empresa. Ha sido Chairman y CEO de Masisa, Amanco y Nueva Holding, y VP ejecutivo de Consorcio Nobis. Profesor, columnista y Secretario de Inversiones P P del gobierno del Ecuador. MBA ESADE-Adolfo Ibáñez. Programas en Wharton, Kellog y Harvard Kennedy School. Economista de la Universidad Católica de Guayaquil.