Sabía que Chile es una de las dos zonas sísmicas más importantes del planeta, pero solo después de vivir dos terremotos sobre 8.5 grados pude dimensionar el shock de una experiencia traumática que deja muchas lecciones.

Aquí me atrevo a compartir algunas que aprendimos junto a la Fundación AVINA y otros actores, con quienes compartimos algunos programas en la reconstrucción de Chile en el 2010.

1. Del caos a la organización razonable. Una catástrofe imprevista genera caos, muertes, pérdidas de casas, negocios, empleos, en una situación para la que nadie está preparado. Mientras unos se paralizan por el shock, otros sobrerreaccionan.

Por eso, la movilización necesaria para establecer la emergencia exige liderazgos visibles y muy buena información oficial, no sólo en cantidad sino en frecuencia. El Estado, a través del gobierno central y municipios, tienen el rol principal, junto con la sociedad civil, las empresas, y los medios de comunicación.

La remoción de escombros para encontrar sobrevivientes y la atención a heridos, exigen movilización suficiente, urgente y eficiente a las zonas afectadas en los primeros 5-7 días. Así también la capacitación para resistir réplicas de forma segura.

2. Organizar los roles oportunamente. La tentación de unos de tomar roles de otros basados en la urgencia, eficiencia o cualquier otro motivo, daña las confianzas y debilita los vínculos incidiendo negativamente en los resultados. Los diversos frentes deben comunicarse y coordinarse en redes organizadas a priori, para complementarse y actuar con claridad. De lo contrario se brindan espacios para desperdiciar ayudas o incluso corrupción.

3. Hay más que daños físicos. Los efectos sicológicos en la población, incluyendo los niños, es un asunto a tener presente. Las personas necesitan no solo apoyo de materiales, sino sicológico para recuperarse y reaccionar ante la situación. La mejor forma de mitigar el trauma post crisis es hacer de los mismos ciudadanos protagonistas de la reconstrucción, aprovechando las capacidades locales, los líderes nativos y sus organizaciones, potenciando el impacto y el compromiso.

4. La reconstrucción es un proceso largo y costoso. La reposición de viviendas y de infraestructura perdida es de mediano plazo. En Chile se pasó de soluciones de emergencia, carpas o viviendas simples, a casas definitivas hasta después de 5 años. El mejor concepto a aplicar es la “Reactivación de la economía local”, es decir, establecer fábricas descentralizadas en las áreas del conflicto para que las poblaciones afectadas sean las protagonistas, ejerciendo como colaboradores de la reconstrucción, recuperando sus salarios, y mejorando la comunidad local.

5. Aprender para prevenir. En Chile murieron más personas por el tsunami que por el terremoto. En Ecuador es evidente que las normas de construcción son insuficientes, y si lo son, la aplicación deja mucho que desear. Un tema importante a corregir.

La fase de la emergencia influye en la efectividad de la reconstrucción. Tomar control del plan y articular esfuerzos con buena comunicación es un paso necesario, dentro de la unión y solidaridad general que debe primar en una tragedia imprevista.

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