Aún cuando se sienten algunos vientos favorables respecto a la crisis financiera internacional, es importante para las empresas reflexionar sobre posibles aprendizajes.

Cuando los mercados se contraen y los precios bajan, los niveles de endeudamiento acostumbrados pueden revelarse inconsistentes respecto a los ciclos económicos, los costos que parecían competitivos pueden tener desventajas respecto a competidores más integrados o eficientes; las marcas que aparentaban ser recordadas y respetadas pierden valor frente al consumidor que ahora busca productos más económicos, donde se veían clientes fieles y proveedores que se decían socios de negocios, los primeros se pueden declarar infieles y los segundos inflexibles.
Estos descubrimientos pueden ser aprovechados a lo interno, como repensar los productos y servicios, reducir el apalancamiento financiero, mejorar aún más los costos, probar la fuerza de las marcas, demostrar confianza a colaboradores, clientes y proveedores. En tiempos normales podemos engañarnos respecto a nuestras fortalezas, y las crisis nos muestran con crudeza lo que realmente tenemos.
Desde el punto de vista externo, expertos en gerencia mencionan que la crisis es oportunidad para capturar el mercado de otro competidor débil, comprándolo o superándolo. Sin embargo, en la práctica, esto solo es posible si la empresa internamente tiene la capacidad de hacerlo.

La fortaleza empresarial, para ser protagonista y no víctima de las crisis, se construye durante los períodos normales o de bonanza, a través de políticas de largo plazo que se sustentan usualmente en tres temas, entre otros, que valen la pena resaltar:
Visión. Poder ver lo que otros no ven, en cuanto al negocio, el entorno y las tendencias.Entender el propósito de la empresa en la industria y comunidad a la que pertenece y sirve.
Disciplina estratégica. Tener rumbo claro y perseverar, de tal manera que a pesar de los riesgos y amenazas, la institución se mantenga fuerte, al menos más fuerte que los competidores en su propuesta a los clientes, su salud financiera y calidad de su gente.
Consistencia con los valores. No desviarse frente a las complicaciones y tentaciones cortoplacistas. La templanza se pone a prueba, y solo los fuertes permanecen rectos.
Por lo anterior, creo firmemente que la mejor oportunidad de las crisis, es poder verse como uno realmente es, sin excusas, y aprovechar el momento para corregirse, reinvertarse o al menos mejorar con decisión. Todo lo demás es consecuencia de esto.

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