EL VIRUS QUE CAMBIÓ AL MUNDO

El Covid19 es el primer virus de este siglo que paró el mundo, y ojalá sea el último si aprendemos la lección. Países enteros con la gente exigida a estar en cuarentena, cuidándose para evitar contagios y no permitir que los sistemas de salud colapsen.

Si bien la última pandemia grave de 1918 mató a casi 50 millones de personas, se espera que este virus no sea tan asesino. Sin embargo, será el causante de una recesión económica mundial que en algunos países puede llegar a ser depresión.

En este contexto, los efectos son y serán muy graves en empresas, grandes, medianas, pequeñas, con consecuencias serias para los ingresos familiares sobre todo de los más vulnerables a pesar de toda ayuda estatal y civil.

Ni qué decir a nivel de gobiernos, sobre todo de aquellos más dependientes de créditos y comodities como el petróleo, que requerirán de la ayuda internacional, de la empresa privada consciente y de la sociedad civil solidaria para vencer el caos y las enormes restricciones que enfrentan.

Sin embargo, habrán oportunidades y algunas tendencias pueden acelerarse. No pretendo tener una bola de cristal, ni presumir de capacidades que no tengo, pero podría ocurrir que la cuarentena de cientos de millones de personas genere cambios y permanezcan algunas huellas, sobre todo pensando que a pesar de controlar el virus, el subconsciente colectivo no lo va a olvidar y volveremos de forma lenta a una normalidad que no será la misma de antes.

Aquí algunos pensamientos:

Aceleramiento del mundo digital. Al estar obligados al teletrabajo, mucho más personas aprenderán a trabajar de esta forma, descubrir sus ventajas, y ver que se puede ser productivo con protocolos correctos y actitudes abiertas. Las compras en línea, los sistemas de comunicación remota, tendrán un impulso que potenciará estas industrias.

Conciencia de salubridad e higiene. Esta pandemia evidenciará que el sistema global de riesgos omitía grandes temas que por sus probabilidades o ignorancia no estaban reconocidos en las prioridades de un mundo sustentable. Este error, reconocido con humildad, cambiará la agenda global, las políticas públicas, y las costumbres de las poblaciones a través de las escuelas y familias.

Valorar la vida al aire libre. El confinamiento hace extrañar el contacto con la naturaleza, el aire fresco, la libertad de movilizarse, viajar, para aclarar la mente y alimentar el alma.

Los beneficios de la socialización. Cómo extrañamos besar a nuestros familiares, abrazar a los amigos, y reunirnos con seguridad y libertad con quienes hacemos comunidad. Como valoramos más lo que perdemos que lo que tenemos al pensar que es un derecho adquirido, seremos más conscientes de la importancia del afecto.

Repriorizar capacidades. El manejo de la incertidumbre, la reacción a imprevistos graves y la capacidad de resiliencia será más importante. El libro el Cisne Negro de 2007, que explica qué hacer cuando viene un imprevisto catastrófico, hoy es más actual que nunca. Esta capacidad de muy pocos privilegiados, debe ser de muchos.

Toda crisis puede traer cambios positivos si nuestra actitud así lo quiere.

Un artículo de #SustainableManagementIniciative

1 Comment

  1. http://Bolívar%20Alban Abril 2, 2020 at 7:01 pm

    Hola Roberto, buenas reflexiones. Yo agregaría que el virus también nos ha hecho ver lo importante que es la familia, el hogar. Todos nos hemos refugiado más que en nuestras casas, en nuestras familias, en el amor de padre e hijos.
    Por otra parte también debe hacernos reflexionar sobre la solidaridad con el prójimo y el deber de los gobiernos y empresas privadas de generar oportunidades para todos especialmente los estratos económicos más bajos. Lo que pasa en Guayaquil en gran parte es debido a que la gente no tienen casas dignas ni trabajos estables. No se trata de regalarles las cosas sino de generar oportunidades de trabajo que les permita un crecimiento personal, cultural, económico y en otros valores. Y finalmente y no menos importante, la mayor parte de nosotros hemos vuelto nuestros ruegos a Dios, ya que la catástrofe nos supera como humanos y al único que podemos recurrir esta situación buscando consuelo y fortaleza es a Dios.

    Saludos.
    Bolívar Albán.


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